Por José Alfredo Barriga Juárez
Algunas generalidades de la cumbia.
La cumbia es una expresión musical que atraviesa toda Latinoamérica y aunque su origen regional se encuentra en la Costa Norte de Colombia, resultado de una mezcla racial donde se unen lo negro, lo indígena y lo europeo (Zapata, Olivella 1962). Cada país ha logrado apropiarse cultural y rítmicamente de dicho género. Por ello, actualmente puede hablarse de una cumbia argentina, peruana, ecuatoriana, panameña; una cumbia que viaja y migra constantemente. En México, por ejemplo, a partir de 1950 llegaron diversos ritmos caribeños a través de discos y conciertos de grupos colombianos, cuyo éxito les permitió arraigarse en territorio mexicano, principalmente al norte, en Monterrey.
Sin embargo, este arraigo de la cumbia en Monterrey surgió de un problema de documentación para cruzar la frontera de los Estados Unidos. El antropólogo Darío Blanco Arboleda documenta en La música colombiana en México: transculturalidad y procesos identitarios, como un grupo colombiano llamado Los Corraleros del Majagual intentaron migrar al país vecino en 1962, pero ante la negativa se vieron obligados a quedarse en Nuevo León y accidentalmente, cambiaron la percepción y apreciación musical de la región; pero ¿cómo la cumbia ha logrado permanecer tanto tiempo en la cultura popular? ¿por qué los jóvenes han encontrado un estado de pertenencia en este género?
Sonideros como punto de encuentro.
Es cierto que hablar del nacimiento de la cumbia es un tanto subjetivo, pues más que verificar las coordenadas de su procedencia, es más revelador y pertinente, como menciona Juan Diego Parra Valencia en El libro de la cumbia: resonancias y trasplantes de las cumbias latinoamericanas, indagar y dar cuenta de las dinámicas discursivas que establecieron puntos de encuentro, según intereses no sólo estéticos, sino comerciales e ideológicos.
Y es justo en este punto donde la cumbia comienza a diversificarse. Dos décadas después de haberse establecido, surgen los sonideros[1]. Estos personajes son fundamentales para la adopción y permanencia del género, pues son ellos, una especie de rastreadores, quiénes comienzan a viajar al centro de México y a las costas colombianas para redescubrir y actualizar su biblioteca musical; pues de esta manera sería la única forma de permanecer vigentes e ir puliendo poco a poco un estilo que cautive a su público. En otras palabras, los sonideros poseían una discografía privilegia para 1980, y el encuentro del baile se convertiría en el único espacio posible para escuchar lo más exclusivo de la cumbia.
Los constantes viajes de los sonideros tuvieron como consecuencia establecerse en las zonas populares, cuyo contexto, según Arboleda en La cumbia como matriz sonora de Latinoamérica, estaba marcado por una generación de chavos banda, una generación de jóvenes criados en la pobreza, sin servicios públicos, en la periferia de la ciudad, bajo duras condiciones de vida, que evidenció una realidad social inédita en México. Así, en los 1980 diversas ciudades como León y sus jóvenes, se unieron a una realidad mundial, movimientos juveniles similares que despertaron en todas las grandes urbes del mundo como consecuencia de explosiones demográficas que sobrepasaron la capacidad de los Estados y evidenciaron la incapacidad de solucionar las mínimas demandas en materia laboral, económica, educativa, para las nuevas generaciones (p. 61).
Por esta razón, la cumbia ha permeado en contextos periféricos y de alto grado de vulnerabilidad, lo que también le ha permitido estar en auge durante tantos años, pues la mayoría de las veces, el discurso lírico que compone cada pieza o canción, también es un reflejo de la marginalidad y la pobreza que rodea al género. Y en este sentido, concretamente, son los jóvenes quienes le impregnan no solamente un símbolo de identidad, sino que también, son ellas y ellos, la clave fundamental para continuar transformando y mezclando la cumbia con otros ritmos musicales. No es gratuito que, a partir del presente siglo, se comenzara a fusionar la cumbia con otros géneros como: rap, electrónica, trap, reguetón, pop y corridos.
[1] Djs que son contratados para amenizar fiestas de barrios y bailes populares, casi siempre en espacios abiertos. Se distinguen por una colección amplia de música cumbia y caribeña que resuena en equipos de sonidos muy grandes y numerosos.
En este sentido, es importante entender lo que el sociólogo argentino Pablo Semán resalta en Música, juventud, hegemonía: salidas de la adolescencia, subrayar que “juventud” implica una relación diversa y compleja con la edad, y también valores expresados en formatos variados y de ninguna manera consensuales en sus formas y contenidos. Hay muchas juventudes en un género musical y muchos géneros musicales para las juventudes, así como también son las músicas las que ayudan a producir juventudes diferentes y a construir de maneras diferentes el ciclo vital y sus divisiones. (2016).
Los saludos sonideros: un rito para visibilizar.
Como se mencionó anteriormente, los bailes sonideros se convirtieron en espacios de cierta exclusividad para escuchar música que no podía ser adquirida tan fácilmente. Dichos espacios fueron popularizándose al interior de las vecindades del Distrito Federal y posteriormente, al aire libre de las calles de algunos barrios, por lo que la exposición musical era para toda persona que estuviera cerca de la fiesta, principalmente jóvenes. De algún modo, los sonideros fueron hacia el público y no viceversa, este aspecto tan íntimo, personal y exclusivo, le dio a cada barrio una identidad muy fuerte, pues dependiendo la zona que se habitaba, dependía el sonidero que fuera a tocar.
Para quien no ha asistido a un baile sonidero, la acción de escribir saludos para luego ser leídos por los altavoces del sonido en turno, es una acción que raya en lo ritual, pues quienes no están bailando, esperan ansiosos en la parte más cercana del escenario para enviar y escuchar su mensaje. Estos mensajes en forma de saludos, comúnmente contienen el nombre de las personas y el de las colonias a las que pertenecen o bien, personas que se encuentran viviendo fuera de su lugar de nacimiento y crianza, el cual puede ser otra colonia, una ciudad o bien, un país. El saludo en medio del sonidero, es una forma de recordar a quien se encuentra en otro sitio, en la lejanía. Es una manera de acercar a los seres queridos, por ello, los saludos son, mayormente, la razón por excelencia para asistir a un sonidero. Además, el saludo funge como un instrumento para visibilizar un espacio de procedencia que, de otro modo, no sería mencionado o insertado en la cultura popular. Y son, precisamente las y los jóvenes quienes suelen alimentar de saludos todo un evento sonidero, desde que comienza hasta que termina. Este ejercicio cultural está perfectamente afincado entre la juventud leonesa y, además, sigue pasándose de generación en generación, pues los bailes suelen reunir a familias enteras y es normal ver a niñas, niños y adolescentes enviar sus primeros mensajes.
En la misma obra de Darío Blanco Arboleda La cumbia como matriz sonora de Latinoamérica, gracias a una entrevista que le realizó a Ramón Rojo, La Changa, un sonidero emblemático, este último narra cómo surgen los saludos: En los años 70 hice una mancuerna con Roberto Hernández El Rolas, otro sonidero muy conocido. Entonces cuando llegaba cualquier persona al salón, él decía ya llegó fulanito de la colonia tal… ya llegó sutanito de la colonia tal, entonces así la gente empezó a decir, No nada más los saludes a ellos, también a mí, yo vengo de la Santa Julia, de la Romero Rubio, venimos de Granjas México, venimos de Ecatepec, y así comenzaron los saludos a través de escuchar a mi compadre del sonido Rolas. (p. 63)
Los saludos en los sonideros son otro modo de expresión para las y los jóvenes, son un rito que se han apropiado orgánicamente y que, de cierta manera, mantiene vigente a la cumbia, ya no solo en las zonas populares o marginales, sino también en todo lugar donde alguien encienda una bocina y el género resuene, viaje, migre y se instale. La cumbia es y seguirá siendo parte de la cultura popular y predilecta para muchos jóvenes leoneses, quienes se han caracterizado a nivel nacional por el tipo de música que aquí se toca (cumbia colombiana sabanera), la forma de bailar y por el estilo de hablar o mandar saludos por parte de los sonideros. Por ello, se le reconoce a León como La Ciudad Cumbia.
Referencias bibliográficas
Accame, Jorge. Cumbia. (2000) Sudamericana.
Alarcón, Cristián. Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. (2003) Aguilar.
Blanco Arboleda, Darío. La cumbia como matriz sonora de Latinoamérica.
Blanco Arboleda, Darío. La música colombiana en México: transculturalidad y procesos identitarios. (2007) Revista Interdisciplinaria del INAH. (2006) Colegio de México.
Parra Valencia, Juan Diego. El libro de la cumbia: resonancias, transferencias y trasplantes de las cumbias latinoamericanas. (2019) Instituto Tecnológico Metropolitano y Discos Fuentes Edimusica S.A.
Semán, Pablo. Música, juventud, hegemonía: salidas de la adolescencia. (2016) Estudios Sociológicos.
Sueldo, Martín Ariel. Cumbia literaria: apuntes para un ideologema en la literatura argentina del siglo XXI. (2013) Transmodernity.