Existen múltiples formas en las que los jóvenes se asocian o se reúnen de manera colectiva. Las razones por las que esto sucede son diversas y, en contextos donde la vulnerabilidad está presente, dichas formas de asociación adquieren un sentido particular; ya que, desarrollan prácticas y comportamientos específicos que vienen a dar significado y sostenimiento a una realidad social compleja y adversa.

En el caso de las ciudades, principalmente, una de las maneras en la que las personas jóvenes se agrupan es a través de las bandas o pandillas. Colectividades que poseen un comportamiento definido como: agresivo, defensivo y violento; pero ¿Qué son las bandas o pandillas?, ¿por qué han tenido una gran importancia en los sectores populares?, ¿qué ha permitido su permanencia en el tiempo?, ¿cómo son actualmente estas agrupaciones?

 

Las bandas o pandillas en el contexto de la ciudad

El fenómeno sociocultural de las bandas o pandillas tiene presencia, al menos, desde la década de los treinta en Estados Unidos. Los sociólogos de la escuela de Chicago, Thrasher (1936) y Whyte (1943), observaron que, en las principales zonas populares del país vecino, se habían creado agrupaciones con características vinculadas con la protección y delimitación del territorio como resultado de la identidad étnica, ritos de iniciación, códigos de vestimenta, entre otros. 

La migración que trajo la Primera Guerra Mundial dio como resultado la creación de un mosaico cultural donde se manifestó la interculturalidad con la formación de barrios con identidad nacional (barrio italiano, barrio irlandés, barrio judío, etc.) y donde hubo una presencia importante de grupos juveniles que crearon una imagen propia ad hoc a sus usos, costumbres y prácticas.

Con esto vino el surgimiento en masa de bandas o “gangs,”, mismas que fueron generando sus propias formas de identificación; entre las que destacaron el uso del número de la calle donde vivían, alguna característica étnica o bien, algún adjetivo calificativo asociado al más fuerte, violento, indómito o gallardo.

Así, observamos la expansión de este fenómeno sociocultural que tuvo una implicación social importante en la juventud estadounidense y que llegó a su consolidación en los años sesenta y setenta.

Las pandillas eran agrupaciones con una estructura organizacional (poseían un presidente, jefe de guerra y un gestapo[1]), una forma de vestir vinculada con los bandidos en motocicleta (chalecos de creación artesanal con insignias de la pandilla, pantalones de mezclilla y botas), un estilo de música popular (principalmente rock) y un comportamiento belicoso ante otras pandillas.

Bajo esta perspectiva las bandas o pandillas se convirtieron en un modelo de sociabilidad que organiza el espacio y el tiempo de la vida cotidiana, percibidas por sus miembros como una segunda familia o la escuela de la vida. Se ubicaron principalmente en la periferia de las grandes ciudades y manteniendo vínculos profundos con el territorio, cuya defensa es el motivo de conflictos endémicos con otras bandas (Feixa, 2012).

 

Las bandas en México y su transformación en el tiempo

Debido a las condiciones sociales (precariedad y desigualdad social), a la expansión de los medios de comunicación y a los movimientos migratorios en la década de los ochenta y noventa los jóvenes recibieron la influencia de esta forma de organización que rompía totalmente con concepción del mundo adulto: consumos poco convencionales como la música, la vestimenta y las sustancias psicoactivas.

En los ochenta lo que observamos fue la creación de bandas vinculadas con la estética del punk rock, influenciada por algunas películas estadounidenses, donde destacó “The Warriors” filme en el que mostraba a un grupo de jóvenes con una identidad propia, valientes y agresivos tratando de llegar a su territorio; en el transcurso deben enfrentar a otras pandillas y ganar su respeto.

El caso más conocido de este tipo de bandas fueron los Panchitos de la Ciudad de México, jóvenes provenientes de sectores populares que adquirieron fama debido a su “presencia” en la ciudad como: indómitos, violentos y con un sentido del territorio muy fuerte. De hecho, fue tal su reconocimiento en la ciudad que se realizaron películas, reportajes y documentales sobre la banda.

Fue así como surgieron un sinnúmero de bandas en el país, podía reconocérseles desde los nombres que utilizaban (los Scorpions, los Rolling Stones, Sex Pistols), las chamarras de cuero, pantalones de mezclilla entubados y peinados de corte exagerado u alborotado (picos y crestas) y cara maquillada con tonos obscuros (principalmente labios y ojos).

 

Las bandas de los noventa: Los cholos

En los noventa la estética de las bandas adquirió un sentido distinto, ya que los jóvenes comenzaron a adoptar nuevas formas de hablar, vestir e identificarse de manera grupal e individual. Influenciados por la estética chicana empezaron a vestir de manera holgada, ahora ya no eran cortes de cabello exagerados sino cabezas rapadas, los converse, nike cortez y adidas superstar (con cintas anchas) eran los zapatos utilizados. La música que escuchaban eran las “oldies”, canciones de los 50, 60, y 70 de distintos géneros como el Rythm & Blues, Boogie Woogie, Doo Wop y Rock & Roll.

Por otro lado, los referentes ideológicos estaban vinculados con íconos precolombinos y de la revolución mexicana, así como imágenes religiosas (Zapata, Villa, Aztlán, Quetzalcóatl y la Virgen de Guadalupe), mismos que fueron plasmando en los muros de sus espacios de convivencia y en sus cuerpos. También desarrollaron tipografías de letras que eran utilizadas para plasmar el nombre y número de la banda por doquier.

Así como sucedió con las bandas surgidas en los 80, las bandas con estética chicana de los 90 además estar influenciadas por familiares que habían sido deportados y por la película Blood in Blood out, mejor conocida con el nombre de Sangre por Sangre, que posteriormente se convirtió en baluarte de quienes se identifican con esta cultura urbana. Este filme permitió que muchos jóvenes conocieran una forma de expresión que les permitió identificarse y formar parte de un grupo, sobre todo aquellos que se le había negado pertenecer a agrupaciones juveniles convencionales por su origen social.

Con el tiempo fueron surgiendo más agrupaciones en todo el país, muchas de ellas bajo el nombre de las agrupaciones de la película antes mencionada (Vatos Locos y 3 puntos), también crearon su propio ambiente de recreación y ocio entre los que destacó su afición por la cumbia colombiana por medio de los bailes sonideros.

Debido al carácter territorial que poseían, sus consumos y sus formas agresivas de manifestarse hubo un comportamiento de rechazo y estigmatización por parte de la sociedad civil, incluso el tratamiento que se creó para quienes pertenecían a bandas desde una perspectiva gubernamental estuvo encaminado reformar sus prácticas juveniles, de tal forma que esas personas que se autodefinían como cholos y pertenecientes a bandas debían en algún momento de su vida dejar de serlo.

 

La importancia de las bandas como base y sostén de las personas jóvenes

Las bandas han permitido que las personas jóvenes encuentren una oportunidad de ser e identificarse entre sí, lo que se resume en la posibilidad de manifestar su existencia en un mundo que se presenta hostil. Se ha pensado que este tipo de asociaciones juveniles pervierten a quienes son parte de éstas cuando son las circunstancias del ambiente donde surgen (robos, drogadicción y peleas) las que alteran en entorno social y no al revés.

Por otro lado, la identidad que se construye alrededor de la banda es inicialmente una identidad territorial y, aunque el perfil de este tipo de bandas ha cambiado, los grupos de jóvenes se reúnen en las calles como único espacio de socialización, lo que se traduce en la apropiación del espacio urbano pues se hace de él un lugar digno para estar y ser.

La principal actividad de la banda es compartir el tiempo libre y platicar. Aunque los espacios de convivencia y las prácticas culturales urbanas (barbería, tatuaje, grafiti, bicicletas y autos modificados), también son el principal motivo de reunión, ya que es a través de esto que encuentran una posibilidad de expresar sus necesidades, objetivos e intereses.

La banda es un espacio de contención social, fortalece individualmente al joven que se enfrenta a una realidad compleja, con escasos recursos económicos, sociales, o hasta morales. Pertenecer a la banda significa no estar solo, sensación que es muy difícil que se construya en esta etapa de la vida (Berthier, 2002).

Actualmente se han ido configurando estas agrupaciones juveniles, ya que muchas bandas han desaparecido a lo largo del tiempo y con ello también algunas prácticas socioculturales asociadas a esta, como la territorialidad, las formas de vestir y comportarse en el espacio público. Estos cambios no significan la extinción de las bandas, lo que se observa es un cambio en las formas de reunirse y de autodefinirse, aunque ya no se autoproclamen bandas como tal, este formato de integración colectiva sigue permeando en los jóvenes ya sea por herencia o por necesidad.

 

Referencias bibliográficas

 

Castillo Berthier, H. (2002). «De las bandas a las tribus urbanas. De la transgresión a la nueva identidad social.» Desacatos. Revista de Ciencias Sociales, (9), 57-71.

Feíxa Pámpols, Carlos (2012). Jóvenes la emergencia de nuevas formas de ser y estar. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 17, núm. 57, abril-junio, 2012, pp. 5-6.

Foote Whyte, William (1943). La sociedad de las esquinas. Universidad de Chicago. Editorial Diana.

Valenzuela Arce, Jose Manuel. (2009) «El futuro ya fue. Socioantropologia l@s jóvenes en la modernidad.» Baja California, México. Colegio de la Frontera Norte.

Thrasher, Frederic Milton (1936). The Gang: A Study of 1,313 Gangs in Chicago. Chicago, EUA. University of Chicago Library.

[1] Los Gestapo eran los miembros de la banda o pandilla encargados de castigar a aquel que rompiera con las reglas y normas dentro y fuera de ésta.

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